Julio Urías pasa de ser héroe a villano, tras sellar la séptima corona de MLB para los Dodgers de Los Ángeles, para luego entregarle una franela sagrada de ‘La Gran Carpa’ a un presidente ‘señalado’ como “López Obrador”; el Deporte ensuciado por el narcotráfico

Por René Romano @reneromanosport @IAmRomano10

LOS ÁNGELES, EE.UU.— Bien dicho está que lo que se ve, no se cuestiona y que lo que es obvio, no es necesario que sea explicado.

Les diré por qué. Sin rodeos y al grano. Al estilo Romano.

Porque cosechar en el verano es de sabios y dormirse en la cosecha es de descarados.

Algo de lo cual pecó el sinaloense Julio Urías, que en su afán de quedar bien (pues eso queremos pensar), en medio de un monopolio y dominio total del narcotráfico sobre su país natal, le mostró su apoyo incondicional a un presidente muy cuestionado, como Manuel López Obrador, que a lo largo de su mandato y previo al mismo, ha mostrado mano tibia, sino es que de muy ‘pocos huevos’ a la hora de ‘obrar’ de forma —pensamos— condicional, con los seres del mal, sin dejar mayor huella.

Vea, y es que, o Julio o pecó de inocente o fue ‘obrador’ de un descaro total. No por primera, sino por segunda vez.

A ciencia cierta, haya sido con buena o mala intención, borró lo hecho con la zurda, literalmente con la ‘derecha’, tras obsequiarle una franela sagrada de las Grandes Ligas, como la es la de los Dodgers de Los Ángeles, a un personaje que goza del beisbol, pero que no deja de ser similar a Donald Trump.

Un ‘derechista’ sin escrúpulos, que es vilmente ignorado por todo campeón y al cual Julio le ‘pitcheó’ en 2019, en plenas fiestas de Navidad.

MAL HECHO…

Y mientras sé que el beisbol es el escaparate de AMLO, del juicio constante de un pueblo que sufre de inseguridad, veo con muy malos ojos las acciones de Julio Urías, a quien cuestiono no solamente por el ¿por qué lo hizo? Sino ¿por qué accedió? Y más aún, cuando nadie del departamento de prensa de Dodgers estuviese allí para supervisarle y avalarle.

Y es que, la realidad es que llega en un mal momento. Uno de muy mal gusto. Uno lleno de tensión.

Justo a meses de que AMLO afirmara que "Ya no hay guerra" contra el narco, pese a las provocaciones del Cártel Jalisco Nueva Generación.

Y claro, a poco tiempo de rechazar la ayuda de Donald Trump para combatir al narco, aduciendo que “eso le corresponde a México”, cuando todos sabemos, era para comprar oxígeno y desviar atención para disminuir presión.

En resumidas cuentas, insistimos, una pésima decisión de parte de Julio Urías, que de no haber sido forzado o presionado, hubiese optado por voltear a ver a un costado.

MALA IMAGEN

Primero porque es un ‘bad look’ para Dodgers el estar ‘enredado’ con un personaje —de carácter dudoso y non grato —como Manuel López Obrador, y segundo, porque envía un mensaje totalmente equivoco hacia la jefatura del Departamento de prensa de Dodgers y de la mismísima MLB y, que hasta hace poco tuvo que lidiar con casos de deshonestidad, engaño, complicidad y drogadicción.

Basta con mencionar los sonados casos de Astros y Red Sox (Cora y Hinch), así como la abrupta muerte del otrora lanzador de Angels, Tyler Skaggs, que falleció hace unos meses atrás, luego de ahogarse en su propio vómito, resultado de su contante uso de sustancias prohibidas que eran canalizadas y suministradas por medio del propio jefe de prensa de la novena que reside en el mismo vecindario de Mickey Mouse.

Por si eso fuera poco están los más recientes casos de dopaje (Robinson Canó y Francis Martes), y aquello con lo que los dominicanos Luis Castillo y Octavio Dotel ensuciaron el béisbol. ¿Más? ¡Con gusto! Randy Arozarena, beisbolista que brillara en la pasada postemporada con los Rays de Tampa Bay, fue detenido por llevarse a la fuerza a su hija menor de edad hace unos días, misma a la que sacó de una vivienda donde reside su expareja en Mérida, Yucatán.

En síntesis, muy mal pensado y pesimamente ejecutado.

‘MAL VISTO’

No era el momento, ni mucho menos el lugar. No cuando encima de todo, pesan señalamientos sobre el fútbol azteca, específicamente sobre su famosísimo Cruz Azul.

Un escándalo que sacude a los ‘cementeros’ por operaciones con dinero ilícito. Un caso no aislado y nueva muestra que el deporte mexicano, sigue siendo una cancha atractiva para el narcotráfico.

¿No me cree? Por si ha estado escondido debajo de una piedra, la Fiscalía General de la República mexicana emitió hace poco una orden de aprehensión en contra del presidente de Cruz Azul, Guillermo Álvarez, por los delitos de delincuencia organizada y operación con recursos de procedencia ilícita.

Algo que la prensa deportiva local e internacional –que suele encubrir escándalos y fechorías— no dudó en barrerlo debajo de la alfombra.

Especialmente porque no son casos aislados, sino al contrario, frecuentes y comunes, y que arrastran los nombres de otros equipos como Querétaro, Celaya, Irapuato, La Piedad y Mérida, que han estado relacionados con el dinero de narcotraficantes como Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera.

¿El atractivo? Obvio, una millonaria industria en la que los miembros del grupos criminales pueden hacer parecer legales los recursos que obtienen de sus actividades.

En cierre, y traducido al idioma universal de la honestidad, no hay que hacer cosas buenas que parezcan malas, y en el caso de Julio, cosas malas que parecen buenas.

Sí, aún no sepa la severidad de lo que le exigieron, le pidieron o le dijeron, y que consciente o inconscientemente accedió en hacer, realizar y participar.

Nunca olviden que se necesita poco para hacer las cosas bien, pero menos aún para hacerlas mal.

Julio, ‘dime con quien andas y te diré quién eres’. Dos strikes y contando…

Los dejo. Hasta la próxima.

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