¿MOTOR O REALITY SHOW?

¿Es la Fórmula Uno un patio de recreo para los hijos de multimillonarios, un show, un deporte legítimo y por ende, algo digno de tanto dinero, promoción, cobertura y atención?

Por René Romano

LOS ÁNGELES, EE.UU. – No es un secreto, ni lo debe ser, que para algunos aficionados al deporte del motor, pero específicamente aquellos que no son partidarios de la Fórmula Uno, el ‘movimiento’ de la FIA, no es un deporte.

Dicen que el campeonato no es nada más que una pista de distracción para niños malcriados, arrogantes y con dinero para quemar.

Un lugar de entretenimiento para que los ‘popis’, con ‘palancas’ y un don envidiable para despilfarrar dinero, conduzcan y luzcan sus máquinas de alto rendimiento, en una pista, bajo una carpa circense con tintes de reality show.

Y tras escuchar sus argumentos, les sé decir que tienen razón en parte.

Les diré por qué. Sin rodeos y al grano. Al estilo Romano.

Porque los argumentos de quienes no están a favor, no son del todo descabellados. Tienen cierto grado de sentido cuando se estudia el entorno de forma detallada y sigilosa.


Para muchos de sus críticos, la Fórmula Uno, en ciertos tramos más parece un reality show de 20 pilotos, que viajan juntos, por meses a la vez, con la salvedad que es un legítimo deporte y no solamente una vanidad o telenovela al mejor estilo de “Los ricos también lloran”, “Jersey” o “Acapulco Shore”.

MILLONETAS, POPIS

Insisten en que, es un grupo de millonetas, que no dan cabida a otros (se reparten lo que hay y lo que ingresa a las arcas en partes desiguales), mientras violan reglas internas, gastando y despilfarrando de más anualmente (con todo y multas), para que gane siempre, quien más tiene.

¿Y saben? Algunas críticas son válidas por el hecho de que, en efecto, hay por lo menos tres o cuatro pilotos que sí cumplen con el perfil que describen los ‘antis’. Llenan a cabalidad los requisitos en la parrilla actual, en la cual ‘participan 20 en total’.


Pero hay que decirlo, esos tres o cuatro, no obstante, con dinero de sobra pero un envidiable pedigrí de carreras y tremendas habilidades cuando toman el timón pues siempre están en la obligación de entregar resultados. Tanto a fans, como a técnicos y equipo de escudería que viaja con ellos de ciudad en ciudad.

“PUROS FRIENDS”

En cuanto a su comportamiento se refiere, durante charlas que comparte la Fórmula Uno, junto a contenido pre y post circuitos, en efecto hemos visto que son un grupo de viejos conocidos. Amigos íntimos, que se putean entre sí, bromean entre sí, y festejan entre sí. Es como una especie de ‘Bubble’, con pilotos adinerados, en un reality show plagado de cámaras con drama de sobra y dimes y diretes como guinda a su pastel.

A una muestra de un botón, no podemos ni debemos olvidar que uno de los mejores pilotos de todos los tiempos, Ayrton Senna, era hijo de un hombre muy rico. El talento y el dinero no son mutuamente excluyentes.


Dicho todo esto, es bastante interesante que los últimos cuatro pilotos preeminentes en la F1, Lewis Hamilton, Sebastian Vettel, Fernando Alonso y Michael Schumacher, provengan de entornos muy comunes.

El padre de Hamilton, Anthony, asumió horas extra como ingeniero informático ferroviario británico, así como trabajos a tiempo parcial, como erigir tableros de agente inmobiliario ‘en venta’ para mantener Hamilton karting. El impulso hacia adelante de la carrera de Hamilton solo se aseguró cuando Ron Dennis intervino para respaldarlo desde los 13 años.

A LAS PRUEBAS ME REMITO

El padre de Vettel, Norbert, era carpintero/techador con un gran interés en el automovilismo. El padre de Fernando Alonso era un experto en explosivos que trabajaba en las canteras de Oviedo.

Pero hay más, el padre de Michael Schumacher, Rolf, que fue albañil de profesión, era otro padre entusiasta del karting. La carrera temprana de Schumacher fue financiada por varios empresarios locales. Su incursión inicial en las carreras estaba programada para ser financiada por Ford Alemania, pero Mercedes llamó a la puerta.


Vea, y es que, independientemente de la fuente de su respaldo, nadie negaría la magnitud del talento de todos los antes mencionados.

Y tras evaluarlo todo, les se decir que, el automovilismo en general, y la F1 en particular, siempre será un deporte caro que resalta la desigualdad antes que otros deportes.

IGUALDAD…

Empero, eso no significa que el mundo en general sea cada vez más desigual, la brecha entre el puñado de ricos y todos los demás está creciendo, y eso se refleja en la F1 porque realmente está sucediendo. En muchos sentidos, no es el problema de la F1 resolver, es un problema global al que la F1 solo puede reaccionar.

¿Soluciones? Una especie de solución; limitar los presupuestos de karting. Los niños de todo el mundo deberían poder competir en karts idénticos, asignarlos antes de calificar, para guardar cualquier actualización, por un máximo de £10k por año.

Obviamente, eso sigue siendo mucho dinero para la mayoría de las personas, pero mucho más alcanzable que el sistema actual, donde los niños de 8 años tienen presupuestos para padres de cientos de miles. El talento genuino saldrá y los futuros observadores de talentos como Nicolas Todt, Flav, Willi Weber, Toto o los fabricantes tendrán la elección del grupo.

‘HIJOS DE DINERO’

Si se es hijo de un multimillonario, está bien. Pero en la actualidad, los muy ricos han inclinado el campo de juego hasta tal punto que nunca tienen que girar una rueda contra muchos de los verdaderos talentos.

La F1 debería prestar atención a esto; todavía necesita que la gente de menores recursos compre boletos, mercadería y suscripciones de televisión. Si se vuelve como el polo o las carreras de lanchas motoras, morirá.

En cierre, la lucha de clases es que caigan cuatro gotas y a uno se le mojen los pies.
No obstante, recae en lo mismo de siempre, qué consiste en la misma guerra de siempre.
La guerra entre los poseedores y los desposeídos.

Los dejo. Hasta la próxima.

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